Poder verbalizar el abuso de alguna forma me salvó la vida

Carta a otras sobrevivientes

Llevo semanas pensando cómo escribir esta carta, pensando que me hubiese gustado que me dijeran cuando inicié el proceso de reparar, de sanar, de reconstruirme.

Puedo decir que el dolor a  veces vuelve, pero de formas distintas, menos intensas. Que las pesadillas se van, aunque a veces tengo sueños incómodos, pero que ya no dan el miedo y la angustia de antes.

Hay amores que me han acompañado y hecho el camino más fácil, creo que todas nos merecemos ese nanai que alivia los pasos, todas nos merecemos dignas de ser amadas y cuidadas.

También puedo decir que me reencontré con el placer, con el propio y el compartido, con los límites que se respetan, con el deseo y ser deseada, sin culpa, sin recuerdos que nublen la belleza de la intimidad.

A veces pienso que quiero quemarlo todo, cuando leo las noticias y nos tratan como un número más, cuando veo esos discursos que nos culpan y revictimizan, cuando me cuestiono si es buena idea ponerme minifalda para salir a bailar de noche.

Eso me hace pensar en fuego y caos, en la rabia. Hace que el "nunca mas" se sienta como una frase vacía, después pienso en las personas que me han creído y acompañado y se siente como un bálsamo ante la injusticia.

Creo que poder verbalizar el abuso de alguna forma me salvó la vida. Atente contra mi vida, lo pensé muchas veces antes y muchas veces después. Pero desde que puedo decir en voz alta "SOY SOBREVIVIENTE DE VIOLACIÓN", sin miedo, sin verguenza, a veces llorando, a veces con rabia, a veces sintiéndo vacío, pero decirlo y sentirme escuchada ha sido lo más intenso, desgarrador y hermoso del camino de reparación.

A otras mujeres me gustaría decirles que merecemos vivir, merecemos deseos de vivir, eso no nos lo pueden quitar.

América, 34 años

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Logré sentirme profundamente contenida y aliviada

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Al comienzo no quería pensar en los sucesos