Logré sentirme profundamente contenida y aliviada

Si bien antes de la terapia había conversado sobre el abuso con mi mamá y algunos de mis amigos más cercanos, solo en terapia logré sentirme profundamente contenida y aliviada al narrar lo vivido. Antes de eso lo sentía como algo oscuro, secreto, que me definía de algún modo que no entendía y que ademas podía provocar daño a mi alrededor, posiblemente porque cuando lo hablé, me pidieron mantener el silencio y también porque ninguno tenía las herramientas para acompañarme en el dolor, ni menos en un proceso de sanación.

El proceso con Silvana desde un inicio logro profundizar en el abuso, porque era algo que quería ver y también por que era algo que comenzaba a sentir como una barrera en mi percepción de lo cotidiano, sentía que mi soledad de algún modo tenia que ver más con el abuso que con mi deseo de libertad y expansión, por lo mismo quería volver a la herida, pero sabía que tenía que ser un proceso acompañado y guiado, porque se sentía doloroso volver ahí y también me apenaba tener que releer a mi familia y a cada uno en ese dolor.

Fuimos en este proceso mirando a mi ritmo cada parte de la herida, los ejercicios que me fue planteando sin duda me fueron mostrando donde guardaba el dolor, como mi cuerpo se fue adaptando a no sentir mucho y a hacer demasiado para evadir algunas emociones. Pero a la vez, otros ejercicios y otras preguntas me fueron reconectando con emociones alegres y sobretodo con la conciencia de experimentar goce y vivir esa experiencia plenamente.

Porque al final claramente la herida del abuso no nos define, pero como lo nombra Silvi somos sobrevivientes de abuso. En ese sentido, como sobreviviente, mi cuerpo aprendió a defenderse con una hiperactividad que me permitió no seguir siendo abusada, aprendió que era bueno no estar sola, también que el cuerpo femenino en objetivado, lo que me hizo modificar conductas, gestos y a la vez cuestionar mucho de la normatividad y los roles de género, desde muy chica. Pero también hoy soy consciente de la potencia de esa Sobrevivencia y lo profundo y doloroso de la vulneración, me hace entender que, de adulta, ya no necesito sostener esas herramientas que algún día me salvaron, que puedo descansar, ser, sentir, que puedo permitirme esa libertad y expansión que andaba buscando y sentía posible al iniciar la terapia, pero a la que no podía acceder del todo.

En este proceso ademas de Silvana, mis amigas, algunas de ellas también sobrevivientes de abuso me ayudaron a expresar lo que iba aprendiendo de mi y mi proceso, me contuvieron, lloraron y también rieron conmigo.

Otra cosa que me ayudo fue escribir, intentar poner palabras a las emociones e ideas que surgían antes o después de cada terapia.

Si estas iniciando este proceso terapéutico te animo a terminarlo y mirar el dolor, aunque te cueste, aunque se sienta lento, porque después surge la posibilidad de volver a esa que una dejó a medias con el fin de sobrevivir o también de reinventarse entera si hace falta.

Karla, 36 años.

Anterior
Anterior

Ninguna de nosotras provocó esto

Siguiente
Siguiente

Poder verbalizar el abuso de alguna forma me salvó la vida